
Se ha ido uno de los insustituibles en la literatura del siglo XX, un maestro.
Artífice indiscutible del realismo mágico y de la explosión fantástica de la literatura hispanoamericana.
No llegó a los 100 de su centenario y singular protagonista de "Historia de mis putas tristes". Murió con 87 años, pero luchó muchos por vivir.
Extraordinario fabricante de emociones y lágrimas, de noches en vela, de la imperiosa necesidad de seguir sus historias y de sufrir y alegrarnos con sus personajes; fabricante, también, de frases y afirmaciones que iba dejando, por ahí, en sus libros, como barcos a la deriva, a las que nos vamos agarrando para poder reflexionar sobre nosotros mismos.
Sirvan como ejemplo:
"El secreto de una buena vejez, no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad", en Cien años de soledad, o "Lo único que me duele de morir, es que no sea de amor", en Amor en tiempos del cólera.
Gracias, Gabo.
DEP.
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En la celebración de su 87 cumpleaños en su casa de Ciudad de México. |
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