Una poesía dedicada a sus tortugas, Sol y Luna, la grande y la chica, a las que mima y no les falta de nada: comida exquisita y variada, piscina y solario privados y un lugar donde descansar tranquilitas. Eso sí, tienen la cara un poco dura y son algo chulitas. Pero sobre todo son muy afortunadas: no hay muchas tortugas con nombre propio a las que se haya dedicado un poema.
¡Enhorabuena, José Manuel!
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