Ya hablamos de este libro en otra ocasión, y lo seguiremos haciendo.
Las formidables aventuras que encierra la mitología, con su cúmulo de dioses, ninfas, musas, seres fantásticos..., han seducido y siguen seduciendo a grandes y pequeños. En este libro, además, el autor, Michel Piquemal, después de cada historia, nos añade un comentario que nos invita a reflexionar.
Vamos a ver una de estos mitos, que, aunque triste, es muy hermoso y nos explica una causa un porqué.
Cipariso, el inconsolable
Una mañana de agobiante calor, se tumbó el ciervo a descansar.
Cipariso, practicando con una bonita jabalina que le había regalado Apolo, la lanzó contra la espesura y entonces oyó un largo gemido. Acababa de herir de muerte a su querido ciervo.
"Cipariso", óleo de Jacopo Vignali (1,592-1664) |
Desesperado, también quiso morir. Apolo intentó hacerle entrar en razón, pero no podía controlar su llanto. Cipariso pidió a los dioses que su tristeza fuera eterna y que le permitieran llorarlo para siempre. Apolo accedió a su deseo. Los miembros del infeliz pastor verdecieron y sus cabellos se alzaron al cielo en forma de cresta afilada.
- Serás por siempre el compañero del dolor- le murmuró Apolo. Y entonces Cipariso se transformó en ciprés, en el árbol funerario que, en los cementerios, comparte la tristeza de los hombres.
Dice el autor, a modo de reflexión, "su copa (la del ciprés) se alza señalando al cielo, y su follaje, que siempre se mantiene verde, nos recuerda que los muertos pueden seguir eternamente vivos en nosotros mismos".
Más adelante hablaremos de otro mito.
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