lunes, 2 de diciembre de 2013

COEDUCACIÓN

 
¿Por qué tantas niñas quieren ser princesas? ¡Qué difícil es luchar contra la presión editorial que insiste continuamente en publicar cuentos de princesas, en los que todas las princesas son princesas de cuento!
 A las niñas se les ofrecen de forma insistente modelos encorsetados en el oficio de princesas. ¿Y en qué consiste este oficio? Ante todo, en vestir de princesa: colores rosas de todas las tonalidades, lazos, brillos, adornos; si es rubia y tiene los ojos azules, mucho mejor. Después, hacer todo lo que hace una princesa. ¿Qué hace una princesa de cuento? Nada. Ocuparse de ella, de su belleza, de vivir bien. Finalmente, debe encontrar un bello príncipe con el que casarse, para seguir disfrutando de su papel de princesa, que ya, además, es esposa y madre. Y así siempre, y siempre, y siempre...
De vez en cuando, se publican cuentos que rompen este esquema, y se agradece, algunos ya antiguos,  como « La princesa peleona», de Martín Wadell, en Anaya, en el que una princesa, hija de unos reyes singulares, trata de demostrar a sus padres que sirve para algo más que para ser princesa; o «La Cenicienta que no quería comer perdices», de N. López Salamero y M. Cameros Sierra, en Planeta, (2007), que fue un gran éxito editorial y que rápidamente se difundió por todas las redes sociales. Es un cuento escrito e ilustrado con humor, para adultos, moderno, en el que la protagonista, rebelde, no quiere la esclavitud de unos zapatos de tacón, de un príncipe, no quiere nada de lo que todo el mundo espera de ella.
Me parecen muy interesantes estas sugerencias y alternativas para calificar a nuestras niñas sin tener que recurrir a un apelativo que no las hace mejores, sin tener que recurrir al típico: princesa. ¿Qué piensas tú? ¿Con qué apelativo te gustaría que te llamaran? Luchadora, valiente, creativa, buena amiga, princesa, reina, lista... Y a los niños, ¿qué opinión os merece todo esto?
 
 



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